El Banco Mundial ha reconocido al Perú como uno de los países que han ganado la batalla contra la inflación y lo destaca como un caso exitoso en la región. Este resultado, fruto del acertado manejo de las políticas monetarias y fiscales, marca un hito en la historia económica del país. Con la inflación más baja en 28 años y medio siglo de estabilidad relativa en el índice de precios al consumidor, el Perú demuestra que la disciplina económica es clave para el bienestar de la población y la atracción de inversiones.
“Es crucial que las autoridades y los líderes políticos comprendan que este indicador no es un fin en sí mismo, sino una base para construir un futuro más equitativo y próspero”.
El éxito de las autoridades monetarias, lideradas por el Banco Central de Reserva (BCR), se sustenta en la aplicación rigurosa de políticas que priorizan el control de la inflación. El anclaje de expectativas inflacionarias mediante una política de metas claras y una gestión prudente de la deuda pública han sido fundamentales. A ello se suma un entorno fiscal ordenado, en el que el Gobierno ha mantenido el equilibrio entre gasto social e inversión pública, sin comprometer la sostenibilidad fiscal, aunque este año se haya producido un bache en este ámbito.
Sin embargo, el desafío radica en cómo garantizar que estos logros no se pierdan por decisiones erróneas. La estabilidad económica no puede darse por sentada, especialmente en un contexto político volátil como el peruano. La historia regional está llena de ejemplos en los que las presiones populistas y la búsqueda de resultados inmediatos han desmantelado logros económicos. Por ello es imperativo que las autoridades mantengan su independencia frente a intereses partidarios y que las decisiones de política económica sigan basándose en evidencia técnica y no en agendas ideológicas.
Además, la inflación baja, aunque crucial, no es el único indicador del bienestar económico. El reto del Perú ahora es traducir este entorno de estabilidad en un crecimiento inclusivo y sostenible. La pobreza y la desigualdad continúan siendo problemas acuciantes, así como la informalidad laboral que afecta a más del 70% de la población económicamente activa. Para consolidar los beneficios de una inflación controlada, el país necesita diversificar su economía, fomentar la innovación y mejorar la calidad de la educación y la salud.
En este camino, la inversión privada juega un papel fundamental. Una inflación baja genera confianza en los mercados y reduce el costo del financiamiento, pero esta ventaja solo se capitalizará si se acompaña de políticas que promuevan un entorno favorable para los negocios. Simplificar los trámites burocráticos, combatir la corrupción y fortalecer el Estado de derecho son acciones imprescindibles.
En síntesis, el logro del Perú en el control de la inflación es un motivo de orgullo, pero también una responsabilidad. Es crucial que las autoridades y los líderes políticos comprendan que este indicador no es un fin en sí mismo, sino una base para construir un futuro más equitativo y próspero. Solo así el Perú podrá consolidarse como un ejemplo de estabilidad y desarrollo en la región.
Extraído de: https://elperuano.pe/noticia/259858-un-orgullo-y-una-responsabilidad